Pueblo rustico en el corazon de la reserva del Saja, de gran pintoresquismo. Se sitúa en un valle flanqueado por pequeñas colinas, con caserío concentrado, en forma rectangular, con dos calles principales y plazas. Todas las casas son típicas de la zona, la mayoría de ellas construidas en época fernandina, con fachadas orientadas al mediodía o al Oriente, flanqueadas por cortavientos y de dos pisos, el interior con portalada y el superior con las balconadas típicas. Son de Manpostería, aunque los esquinales y vanos son de sillería y el interior de madera. La iglesia, con la advocación a Santa María, es del siglo XVII y tiene un interesante retablo barroco del siglo XVIII.
El pueblo es un conjunto homogéneo y bien conservado de arquitectura montañesa, lo que le valió su declaración como conjunto histórico-artístico en 1979.
En la década de los noventa se acondicionó el pueblo para el turismo, con lo que perdíó parte de su personalidad. En esta época se arregló la carretera comarcal que llega hasta el pueblo, se hizo un aparcamiento en el exterior y se convirtió el casco urbano en peatonal.
Su entorno natural próximo es de gran interés, pudiendo encontrarse buenos bosques e robles y hayas. El pueblo se encuentran en el interior de la Reserva Nacional de Caza del Saja y es el único núcleo habitado que se encuentra dentro de los límites del Parque Natural de Saja-Besaya.
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